Marion

Nombre: Marion Amraphen Valeris (Amara Ethanëel)

Raza: Semielfa

Procedencia: Dambrath

Edad: 30 (Aspecto apenas llegado a la veintena)

Clase: Pícara / (Clériga)

Deidad: Loviatar

Oficio: Marinera


Descripción

Dirían muchos que sería una gran jenny, y no se equivocan. Con sonrisa picaresca se atisba esta semielfa de altura media, rondando el metro setenta, de brazos fuertes y endurecidos por la necesidad. Algunos pendientes adornan su oreja derecha, picuda como la izquierda, aunque no de una forma tan acentuada que el resto de elfos. Su rostro afilado y algo delgado comparado con sus primos humanos la colocan en dos mundos convenientemente. Es atractiva, pero no coqueta, con una ferocidad en su mirada que despierta pasiones en los corazones templados. Ojos penetrantes con las pupilas ligeramente rasgadas, dándole un cariz exótico más si cabe. Viste ropas sencillas y ligeras que desvelan parte de su cuerpo tostado por el sol, recorriéndole un tatuaje por el bícep izquierdo. La símbología es intrincada y antigua. Aunque no es precisamente lo que llama la atención cuando se acerca.


Personalidad

Zalamera y tenaz, no guarda aprecio por quienes no demuestren merecerlo. Es, a todos los efectos, una matona, tomando respeto por demostraciones de fuerza e imponiendo el suyo con el mismo método. Sin embargo, no es estúpida y puede por veces esperar al momento adecuado. La vida le ha dejado muchas cicatrices en su cuerpo y mente, por lo que teme aquello que se merece ser temido y no se arriesga más de lo necesario. En sus defectos principales, destaca un particular aprecio por el hedonismo y el despilfarre, algo que le ha causado más de un problema. Si bien hay algo que por muy insano que pueda parecerle, jamás lo abandonará, y es el olor de la mar y la búsqueda por un placer mayor en la vida, sea en la perversión o en el exceso.


Biografía resumida

Marion, de nombre de nacimiento Amara, nació en el seno de la ciudad de Cathyr en una estable época (en la medida de lo posible). La guerra civil había terminado generaciones hará y los fuegos de la guerra alimentados por los bárbaros Arkaiun masacrados por los dhaerow se habían apagado con la inteligente semielfa que dió nombre a la ciudad. Desde entonces, Loviatar reinaba en el lugar. La sangre mestiza daba nobleza y los elfos eran echados o simplemente ejecutados. Los dhaerow pocas veces hacían su aparición en el lugar, pero al ser ya antiguos aliados, aquellos que se atrevían a subir al mundo brillante les era permitido hacerlo. Amara era una perfecta candidata para participar en aquella trampa mortal denominada sociedad, siendo recibida al mundo con todas las bendiciones.

Creció educada con una fría disciplina y con el culto de la Doncella del Dolor, aprendiendo las costumbres cortesanas y a como cultivar la culpa, tanto en sí misma para su provecho como en los demás. Disfrutaba inmenso con la monta a caballo, rasgo que todas las llamadas crinti, como ella, poseían en su mayoría. La dominación de un equino era una representación de poder. Y si algo debían de poseer las novicias, era esa noción. Imízel Ethanëel, una semielfa de gran renombre en el clero loviatense no prestaba mucha atención a su hija que crecía siguiendo sus pasos. Era una mujer hedonista, gustosa de los excesos y las atenciones de sus allegados, una tiburona en aquella depredación de vida. Se guardaba las espaldas con más cuidado que la adaga de turno enfundada en el muslo, recibiendo amantes deseosos ( y deseosas) de compartir su estátus. Amara se limitaba a observar.

Sin embargo, un día todo se truncó. Las traiciones son frecuentes e Imízel fue un día encontrada degollada en su lecho. Se encontró la culpable. Una joven estúpida llamada Enaria Yhals que creía poder salirse fácilmente con la suya, pero fue atrapada por la entrometida mocosa Amara, la vigilaba a menudo las actividades de su madre. Pronto la niña se vió rodeada de enemigos y por suerte, las cosas le fueron relativamente más fáciles. Una Honglath que debía un favor a la fallecida Imízel se apiadó de la condición de Amara y consiguió sacarla del país, con la condición de que no volviera. Enaria, inexplicablemente, se libró de la ejecución, con lo cual el exilio de Amara estaba garantizado.

A bordo de un buque que pertenecía a un grupo de piratas dambranos, el cual tenía permiso para desembarcar en Cathyr a cambio de un diezmo de sus robos, fue el nuevo hogar de la crinti. Ésta gozó de una leve deferencia, muestra del liviano poder de la Honglath que había confiado a una paisana al cuidado del grupo. Amara creció como Marion aprendiendo la lengua de la mar y sus costumbres, olvidando en gran parte aquella sutileza con la que había sido educada al encarar la vida con mayor dolor y realismo. Descubrió un amor por el mar, tan grande que la incitó en su creciente juventud a marcharse poco después de su madurez a intentar fortuna por ella misma, uniéndose en compañia de bellacos y villanos de las más bajas clases. La vida la hizo dura y rencorosa, disfrutando de los excesos así cuando se le surgían, pues la vida era demasiado corta como para reservarse.

Unos años después se cansó un poco de la piratería. Lo cierto es que ya era algo conocida por la Costa de la Espada, de ahí que se creara algun que otro apellido y nombre alternativo. Nada más lejos de ser una malandrina molesta,con el éxito apenas definido por la oportunidad. La noticia del nuevo continente y de una fragata que se disponía a descubrirlo, aceptando a marineros con experiencia, era una opción que rendía sin duda gran lucro si se conseguía. Cierto, no era precisamente una travesía segura, pero era la vida que había escogido y hasta el momento, el dolor ocasional era bien recibido.

//Pongo la multiclase en paréntesis pues quisiera rolear una iniciación o algo por el estilo. Agradecería a los jugadores que leyesen esto que no aprovechasen los detalles expuestos para metarrolearse ventajas con este rol. Espero que haya gustado.

Tienes una bonificación de exp y oro, que te entregaré yo personalmente por la historia. Muy bien echa, ahora ya sabes al rol.

PD: Estaba ansiosa por ver un loviatar. Cuando tenga tiempo y te vea dentro, te doy tu bono.