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 Izan, ''El cazador de monstruos''

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DM-Likazu
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Izan, ''El cazador de monstruos'' Empty
MensajeTema: Izan, ''El cazador de monstruos''   Izan, ''El cazador de monstruos'' Icon_minitimeSáb Jul 12, 2008 3:45 pm

Izan nació en la joya de Calimsham, también conocida como Calimport.
Creció siendo un vándalo callejero de las calles del Khanduq, robaba a los mercaderes la comida de cada día, o algo de dinero para poder mantenerse.
Era huerfano, le había acogido una familia del Khanduq y le enseñaron artes de combate y rastreo que tanto se usaban en aquellos barrios tan inhóspitos para la mayoría de la gente.

Pocos se atrevían a entrar en esos barrios, pero Izan desde muy pequeño correteaba por esa zona tan peligrosa como si de un jardín de juegos se tratase.
Poco a poco fue creciendo y aprendiendo el arte del arco y la espada.
Trabajaba cargando y descargando los barcos que llegaban a los muelles a la temprana edad de 15 años.
Su habilidad con el arco y con la espada era inaúdita, decidió intentar ganarse la vida como un aventurero más.

Organizaba patrullas con gente conocida, caminaba por los caminos en busca de orcos y demás criaturas para conseguir sus tesoros. Pero, el sabía en el fondo que esa no sería su vida, él no servía para depender de los demás.
Era un rastreador, podía decirle a cualquiera la posición exacta del objetivo y de que número de criaturas disponía el objetivo.
Cuando volvía de una larga y afortunada aventura se interno en una posada del Khanduq, allí conoció a un viejo de pelo blanco con unos extraños ropajes y un peto de cuero por encima. De su cinturón sobresalían varias espadas cortas y una larga. En sus brazos, unos cinturones con vainas, y en cada vaina una daga. En su espalda un gran arco, parecido al que hacían aquellos elfos. Y un carcaj repleto de flechas extrañamente talladas.

Me invitó a una cerveza y poco a poco fue contandome su vida, perezoso de escucharla, hacía como que le escuchaba mientras bebía y observaba a las mujeres que por allí rondando, hasta qué...una frase llamó la atención de Izan.

...y soy Antrius, el cazador de monstruos.-Dijo Antrius emitiendo un sonoro golpe algo molesto-
¿Como has dicho?-Contestó Izan dando un brinco sobresaltado por esas palabras-
Cazador de monstruos joven muchacho.-Dijo Antrius entrecerrando los ojos-
No no, repita su nombre por favor. -Replicó Izan mirando al viejo-
Antrius, Antrius Gerfold, si ese es mi nombre.-Contestó Antrius-

Los ojos de Izan se iluminaron al momento, sintió algo dentro de él, sabía desde bien pequeño qué el quería ser como ese hombre, las leyendas de Antrius eran viejas y bastante conocidas.
Izan miro a Antrius con una mirada de ruego.

Señor Antrius, esto...¿Podría ser su díscipulo?-Dijo Izan con la voz temblorosa por los nervios-
Ehm, uhm...¿Y qué sabes hacer muchacho? No pareces nada distinto a un plebeyo. -Dijo con voz seca e irritante-

Señor, sé de sus hazañas, me gustaría ser su díscipulo tanto como una persona adora a su dios. Sé rastrear, y sé esconderme bastante bien, fui críado en el Khanduq, tuve maestros de combate y arquería. Me defiendo bien, Le ruego que me acoja, por favor. -Dijo Izan dando una gran bocanada de aire, todo el cuerpo le temblaba-

Eso ya lo veremos, ve a las habitaciones a descansar, te espero fuera de la posada mañana a medianoche.-Dijo Andrius mientras se marchaba dejando unas monedas sobre la barra de la posada-
Claro, así lo haré. -Contestó Izan despidiendose del viejo con la mano-

Izan corrió emocionado por su barrio, llegó a su casa y sin hacer el más mínimo ruido cogió su equipo, el arco,las flechas, y las demás armas.
Al día siguiente estuvo esperando dos horas antes en la puerta de la posada, hasta que cuando fue medianoche, una sombra se deslizo desde el tejado de la posada y cayó detrás suya.
Izan, hoy es tú primer día, ¿Recuerdas?-Dijo Andrius sonriente-

Si maestro, te demostraré que sirvo para esto.-Réplico con fiereza-
Nuestra primera misión es ir al bosque de Mir, me han informado de que hay un grupo de hombres lobo, y entre ellos uno albino, probaremos suerte, llevo años buscando a ese lobo albino y jamás he dado con él.-Dijo Andrius-

Partieron raudos a Mir, en la entrada del bosque hicieron una parada, para retomar aire y poder beber algo de agua y prepararse para entrar en el bosque.
Ten cuidado Izan, esto no es una caza de orcos, te lo advierto.-Dijo Andrius cerrando su cantimplora-
Ehm, si si mi señor, tendré cuidado y haré lo que usted me ordene.-Dijo Izan con la voz temblorosa-

Se internaron en el bosque, poco a poco, rastreando cada zona, hasta que llegaron a un pequeño recoveco con una cascada.
Aquí están, creo que hoy tendremos suerte.-Dijo Andrius haciendo un gesto a Izan para que mantuviera silencio-
Detrás de la cascada se podía divisar una silueta, bastante más grande y tosca que la de un humano.
Andrius cargó su arco con una flecha, tensó la cuerda sin hacer el más mínimo ruido, apunto y disparo.

Un leve rugido se oyó en la cascada mientras la criatura caía al suelo.
Andrius e Izan corrieron raudos a ver el cuerpo de la criatura.
Mierda, este no es...es solo un hombre lobo normal. Lo venderemos como trofeo a Calimport, cogelo de los brazos llevemoslo a la ciudad.

Poco a poco, díscipulo y maestro se hacían uno, pasaron los años, Andrius enseñaba el verdadero arte del combate a Izan, el gran manejo del arco, la sutileza, la rapidez, a moverse entre los arboles sin ser visto, a diferenciar criaturas.
En una oscura noche cerca de una hoguera, un jabalí era asado, Izan y Andrius estaban sentados en los troncos mientras comían.
Maestro, ¿Soy ya un cazador de monstruos profesional?-Le dijo Izan con voz confiada-
No, hijo mio, todavía te queda algo que aprender.-Dijo Andrius hablando con la boca llena-
¿El qué, padre?¿Qué me queda por aprender?-Dijo izan bebiendo del petate de su maestro-

Deberás aprender la alquimia hijo, a usar las diferentes plantas y demás para hacer ungüentos, es bien sabido que muchos cazamonstruos han sufrido casos de licantropía, y debes de saber como frenarla a tiempo o en su caso poder controlarla con algo que yo inventé para algún caso así.-Dijo Andrius mirando a su aprendiz con ojos vidriosos-

Mi hijo murió por un caso de licantropía, dos días antes de que yo terminase el experimento de como controlar a voluntad la maldición. No pude frenarla con los métodos casuales y cuando estaba terminando mi proyecto, se convirtió y tuve que matarle. -Dijo Andrius mientras una lágrima resbalaba por su cara-
Tú, Izan, te pareces mucho a mi hijo, y yo te quiero como a tal, todos estos años me han demostrado que mi vida no era siempre estar solo, gracias hijo mio.-Dijo Andrius con una amplia sonrisa-
Padre, gracias a ti por todo-Izan le devolvió la sonrisa-

La maestría de Izan era innata, Andrius estaba obsesionado con hacerle el mejor cazamonstruos jamás conocido, le enseñó todos sus secretos, los principales efectos de la alquimia y como hacer determinados ungüentos y demás.
Sus vidas se basaban en la caza de criaturas, para luego ser vendidas a Calimport, algunas veces llevaban especimenes vivos para que los pudieran exhibir en la ciudad.
Una noche, la más oscura que había presenciado Izan en toda su vida, Andrius e Izan caminaban por el camino del comercio a paso lento y charlando.

Derrepente, un sonido estremecedor cerca del bosque sonó. Gritos en lenguaje común asolaban el camino, y unos aullidos sonaban en la lejanía. Padre e hijo corrieron raudos hacía donde provenían los gritos. Una caravana mercante estaba siendo atacada, estaba en llamas, su escolta y los mercaderes que viajaban en ella todos despedazados y con grandes mordiscos. Nada se pudo hacer por ellos.

A sido él -Le dijo Andrius a Izan entre susurros-
¿El lobo albino padre?-Dijo Izan-
Si, a huido al bosque. -Dijo Andrius mientras rastreaba las huellas de la criatura-
Padre, hoy lo cazaremos, te lo aseguro.-Contestó Izan descolgandose el arco de la espalda-

Padre e hijo corrieron raudos y sigilosos, internandose en el bosque, ocultandose tras los matorrales y arboles.
Gracias al rastreo que hizo Izan dieron con que la criatura se encontraba en el recoveco del bosque, aquel en el que había una cascada.

Padre, está ahí, donde empezó todo.-Dijo Izan señalando la posición de la criatura-
Lo sé,hijo mio, él sabe que estamos aquí, su oído es tan fino que sabe nuestra posición exacta.-Dijo Andrius cargando una flecha en el arco-
A mi señal Izan-Ordenó Andrius-

Izan, quería demostrar todo lo que había aprendido a su padre, y sin esperar su orden lanzó una flecha.
La criatura la desvió con un ligero movimiento de su brazo, para aullar con una fiereza atronadora.
Izan salió corriendo con las dos espadas en mano hacia donde se encontraba la criatura.
Pero en un momento dejo de divisar a la criatura, ya no se encontraba allí, demasiado rápida para sus ojos tal vez.

Oyó un leve crujido de una rama trás de si. Miró de reojo a su espalda y vio como el hombre lobo albino se dirigía hasta su posición más veloz que una flecha lanzada por un elfo.
Izan se giró rápidamente para detener la embestida de tan fiera criatura, su guardia estaba baja, vió la muerte de cerca.

La criatura se abalanzó de un gran salto hacia él. El fin estaba próximo. A unos metros de él justo cuando todo parecía el final, una figura salió de la oscuridad y recibió la embestida de la criatura, el cuerpo de la extraña figura salió volando unos metros y trás de él una hilera de sangre.
La criatura se alzó y rugió mientras miraba al cielo.

Tú, morirás.-Dijo entre rugidos-
Izan miró raudo la figura esparcida por el suelo, sus ojos se inundaron de lágrimas.
¡¡¡Maestro!!! ¡¡¡Padre!!! -Grito con rabia-
¡¡¡Te mataré!!!-Siguió Izan gritando-

La criatura rió de una extraña forma y empezó a correr hacia Izan, Saltó hacia él, pero Izan pudo esquivar su golpe agachandose.
Más y más gritos emitía Izan, le daba igual que todas las criaturas de ese bosque se enterasen, mataría a la bestia y honraría a su padre.
Preparo sus dos espadas en una pose poco familiar, una pose de combate creada por su padre.

Usala solo cuando tú vida dependa de ello -Retumbó la frase en su cabeza, una frase que su maestro le dijo en su día-
Izan colocó ambas espadas en forma de cruz, la criatura volvió a atacar, un gran salto hacia Izan, con las garras dispuestas a destrozarle el pecho y su mandíbula el cuello.
Pero la técnica de su padre funcionó, Izan cerró los ojos y se empleó a fondo, cortandole los brazos y las piernas de un solo golpe con ambas espadas a la criatura.

Cayó fugazmente al suelo con un gran peso sobre él, cuando abrió los ojos pudo discernir a la criatura muerta encima de él, sus extremidades estaban repartidas cerca de él, la mandíbula del hombre lobo se encontraba encagajada entre el hombro y el cuello de Izan, su dentadura clavada en él y chorreaba abundante sangre por la herida.
Poco a poco pudo deshacerse del cuerpo del hombre lobo. Se incorporó y corrió prácticamente a gatas hacia su padre.

¡¡¡Padre!!!¡¡¡Padreeeee!!!-Dijo mientras avanzaba hacia el cuerpo de su maestro-
Hijo mio, nada puedes hacer ya por mi, como yo no pude hacer nada por mi hijo. Has salvado tu vida y has podido cazar lo que yo tanto he ansíado. Gracias hijo.-Dijo Andrius entre siseos-
Padre, padre, ¡¡¡Perdoname!!!Ha sido todo por mi culpa...no merezco tanto aprecio.-Dijo Izan con la cara inundada de lágrimas-

La sangre de la mordedura resbalaba rápido por el cuerpo de Izan, cayendo sobre Andrius.
Hijo mio. Deberás usar el ungüento que hice para mi hijo. Te dí la receta, deberás elaborarlo y dominar a esa bestia a tu antojo gracias a él.Has conseguido lo que yo siempre soñé, acepta mi apellido y sé mi verdadero hijo.-Dijo andrius cerrandose los ojos y quedandose dormido para siempre-

Izan entre lágrimas cortó la cabeza del hombre lobo la cogió con una mano, cogió a su padre a hombros y lo llevó hasta calimport, lo enterró y se quedó la cabeza del albino como recuerdo.
Pasó largos años en una ratonera del Khanduq creando sus ungüentos y experimentando y avanzando en el arte de la alquimia. Al principio se transformaba en las noches de luna llena, aunque podía controlarlo varias personas le vieron con esa forma, y fue buscado en la ciudad.

Partió hacia la costa de la espada, ya que se enteró que un barco partía hacia tierras virgenes. Allí podría estar seguro, y hacer el trabajo que su padre le dejo en herencía.
Se embarcó en el Galeón Ancud.
Era, su hora.
Izan Gerfold era su nombre ahora.
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